El Mudo Habla - Alvaro Noboa Ponton

jueves, noviembre 16, 2006

¿Los ricos no roban?

Por: Simón Espinosa Jalil / La Hora

Quien siga creyendo que los adinerados tienen menos incentivos para ser corruptos, debería leer atentamente el libro "Historia Natural de los Ricos", de Richard Conniff.

En el capítulo 1, nos habla de un fenómeno conocido por los sicólogos como "privación relativa", es decir, la tendencia de cada ser humano a valorarse no con criterios objetivos, sino en relación con quienes tienen igual o mayor riqueza.

Eso significa que casi ninguna persona, por rica que sea, se siente suficientemente rica, pues tiende a compararse con los que considera superiores a ella.

Álvaro Noboa, por ejemplo, no se codea con ninguno de nosotros, sino con magnates y figuras del jet set. Por eso, según la privación relativa, no se siente suficientemente rico. Y, en cierto sentido, no lo es. Comparado con Carlos Slim, por ejemplo, es un enano. Y en relación a Bill Gates, es una pulga.

Pero hay más. De acuerdo con Conniff, muchos ricos pertenecen a una categoría de personas hipercompetitivas, y está en su naturaleza no descansar hasta ser más que sus pares.

Por eso, hacen todo lo posible por superar a los demás, en dinero, en prestigio, en hazañas... Así se explica, por ejemplo, que el heredero de la fortuna de Wal Mart se haya matado en un avión ultrapeligroso; o que Mark Fossett haya arriesgado su vida para dar la vuelta al mundo sin parar; o que la lista de los más ricos del mundo de la revista Forbes provoque tantas depresiones entre los millonarios.

La única ventaja de esa tendencia es que puede engendrar competencias sanas, como la filantropía. Así, Warren Buffett, el segundo de la lista, donó gran parte de su fortuna. Pero, en un toque revelador, la entregó a la fundación de Bill Gates, el primero de la lista. Es difícil no notar en ese gesto un pequeño acto de agresión.

En todo caso, creer que los ricos no roban es ridículo. Son tan ladrones como el resto de nosotros, con la diferencia de que la cantidad que necesitan para satisfacer sus necesidades es muy superior a la que a nosotros nos haría felices (por lo menos al principio, antes de que empecemos a sentirnos relativamente pobres otra vez).

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