Álvaro Noboa sigue evadiendo la política...
23 de Octubre de 2006
Por: José Hernández
http://www.lahora.com.ec/frontEnd/main.php?idSeccion=490485
Álvaro Noboa no cabe en sí. Ya se siente ganador de la segunda vuelta electoral. Al fin se siente Presidente. Lo dice. Lo dicen los suyos, convencidos de que, frente a la ola electoral que lo arrastra, basta coleccionar los errores de Rafael Correa y exhibirlos para apuntalar la victoria.
Noboa ha afinado su estrategia. Ha azuzado el susto. Ha reciclado los viejos clichés de los años cincuenta. Correa a sus ojos, y a los de sus asesores, no es un radical; es un comunista. Un incondicional de Castro. Un agente de Chávez. Un amigo consciente y leal de los terroristas. El susto no requiere teorías. Tampoco reclama explicaciones. Es eso: el arte de alarmar, de espantar, de activar las inclinaciones más irracionales. La técnica es vieja. Y efectiva. Y sobre todo permite distraer la galería y evitar preguntas espinosas. Noboa va a ganar. Eso cree él. Y lo cree porque cuando mira a su alrededor no sólo ve menesterosos prestos a solicitar asistencia. Ve a Correa solo. O casi. Y ve partidos (Sociedad Patriota, el PRE, el PSC?) listos a rearmar una mayoría para volver al baile de siempre. Noboa corre el riesgo, ahora sí, de creer en los milagros. Porque vamos a ver: él se ha autoproclamado Mesías posmoderno. Tiene un contrincante (hasta ahora) hundido en las quimeras de los años sesenta. El PSC y el PRE están en franca desbandada. Sabe que ya cuenta con la Presidencia del Congreso. Tiene un vicepresidente hecho a su medida. Está frente a un electorado embelesado (otra vez) por promesas impugnables desde la razón... pero él, en campaña, sólo procesa la intuición. Ese panorama ?visto así linealmente? no figuraba en escenario alguno hecho por él o por sus empleados.
El problema es ese: ver linealmente. Primero porque Correa va a pelear hasta el último minuto y esto lo va a forzar a ampliar las expectativas populistas; es decir, a multiplicar el número de futuros decepcionados. Segundo, porque el perfil de Noboa (el mayor empresario del país) lo predispone a chocarse en el ejercicio del poder. Muchas de sus decisiones serían, con razones o sin ellas, altamente sospechosas para la opinión y parte del empresariado que lo vería como un competidor desleal.
Tercero: la hegemonía política que las circunstancias le otorgan lo va a oponer a grupos de la derecha liberal que no ven en él un mentor para cimentar un proyecto político sostenible. Su libreto es personal y es excluyente. El Prian es su partido, su empresa política. Por ello no encontrará fidelidad ni en Lucio Gutiérrez (obsesionado por ajustar viejas deudas y pensar en su futuro) ni en el Partido Social Cristiano (cuyo máximo líder refrendó en esta elección la tendencia que subraya el ocaso de su carrera.
Noboa no encontrará, entonces, unanimidad alguna y su sistema de alianzas, para defender el statu quo, reñirá con la recomposición que se está dando dentro de las fuerzas políticas. Eso significa que, de ganar, no sólo encontrará oposición en el campo de Rafael Correa. La Izquierda Democrática incluirá, cuando vote por su modernización, la lucha en su contra. Y en el PSC ya se afirma que no habrá legión de diputados para acompañar a Febres Cordero si decide aliarse con el millonario en el Congreso...
Claro, la liquidez de Noboa y la capacidad que esto le da para sacar adelante cualquiera de sus exigencias militan a su favor. Pero eso mismo lo ubica -lo puede ubicar- cerca del tráfico de influencias y lejos de la política. Y es justamente de política que Noboa no habla. Su visión es exactamente la que anunció en la campaña del 2002: la de un gerente preocupado por las viejas columnas del debe y el haber.
El candidato del Prian procede como si la economía fuera una rueda suelta. O como si los entuertos jurídicos, políticos y constitucionales sólo fueran el pasatiempo de unos grupos minoritarios y privilegiados. Evadir este tema en la campaña es tan grave como creer que los problemas de la producción y el empleo se solucionan redactando una nueva Constitución...
Noboa evade la política porque rehúye la complejidad y porque en su práctica sólo la ha ejercido intercambiando favores. O comprándolos.
Por: José Hernández
http://www.lahora.com.ec/frontEnd/main.php?idSeccion=490485
Álvaro Noboa no cabe en sí. Ya se siente ganador de la segunda vuelta electoral. Al fin se siente Presidente. Lo dice. Lo dicen los suyos, convencidos de que, frente a la ola electoral que lo arrastra, basta coleccionar los errores de Rafael Correa y exhibirlos para apuntalar la victoria.
Noboa ha afinado su estrategia. Ha azuzado el susto. Ha reciclado los viejos clichés de los años cincuenta. Correa a sus ojos, y a los de sus asesores, no es un radical; es un comunista. Un incondicional de Castro. Un agente de Chávez. Un amigo consciente y leal de los terroristas. El susto no requiere teorías. Tampoco reclama explicaciones. Es eso: el arte de alarmar, de espantar, de activar las inclinaciones más irracionales. La técnica es vieja. Y efectiva. Y sobre todo permite distraer la galería y evitar preguntas espinosas. Noboa va a ganar. Eso cree él. Y lo cree porque cuando mira a su alrededor no sólo ve menesterosos prestos a solicitar asistencia. Ve a Correa solo. O casi. Y ve partidos (Sociedad Patriota, el PRE, el PSC?) listos a rearmar una mayoría para volver al baile de siempre. Noboa corre el riesgo, ahora sí, de creer en los milagros. Porque vamos a ver: él se ha autoproclamado Mesías posmoderno. Tiene un contrincante (hasta ahora) hundido en las quimeras de los años sesenta. El PSC y el PRE están en franca desbandada. Sabe que ya cuenta con la Presidencia del Congreso. Tiene un vicepresidente hecho a su medida. Está frente a un electorado embelesado (otra vez) por promesas impugnables desde la razón... pero él, en campaña, sólo procesa la intuición. Ese panorama ?visto así linealmente? no figuraba en escenario alguno hecho por él o por sus empleados.
El problema es ese: ver linealmente. Primero porque Correa va a pelear hasta el último minuto y esto lo va a forzar a ampliar las expectativas populistas; es decir, a multiplicar el número de futuros decepcionados. Segundo, porque el perfil de Noboa (el mayor empresario del país) lo predispone a chocarse en el ejercicio del poder. Muchas de sus decisiones serían, con razones o sin ellas, altamente sospechosas para la opinión y parte del empresariado que lo vería como un competidor desleal.
Tercero: la hegemonía política que las circunstancias le otorgan lo va a oponer a grupos de la derecha liberal que no ven en él un mentor para cimentar un proyecto político sostenible. Su libreto es personal y es excluyente. El Prian es su partido, su empresa política. Por ello no encontrará fidelidad ni en Lucio Gutiérrez (obsesionado por ajustar viejas deudas y pensar en su futuro) ni en el Partido Social Cristiano (cuyo máximo líder refrendó en esta elección la tendencia que subraya el ocaso de su carrera.
Noboa no encontrará, entonces, unanimidad alguna y su sistema de alianzas, para defender el statu quo, reñirá con la recomposición que se está dando dentro de las fuerzas políticas. Eso significa que, de ganar, no sólo encontrará oposición en el campo de Rafael Correa. La Izquierda Democrática incluirá, cuando vote por su modernización, la lucha en su contra. Y en el PSC ya se afirma que no habrá legión de diputados para acompañar a Febres Cordero si decide aliarse con el millonario en el Congreso...
Claro, la liquidez de Noboa y la capacidad que esto le da para sacar adelante cualquiera de sus exigencias militan a su favor. Pero eso mismo lo ubica -lo puede ubicar- cerca del tráfico de influencias y lejos de la política. Y es justamente de política que Noboa no habla. Su visión es exactamente la que anunció en la campaña del 2002: la de un gerente preocupado por las viejas columnas del debe y el haber.
El candidato del Prian procede como si la economía fuera una rueda suelta. O como si los entuertos jurídicos, políticos y constitucionales sólo fueran el pasatiempo de unos grupos minoritarios y privilegiados. Evadir este tema en la campaña es tan grave como creer que los problemas de la producción y el empleo se solucionan redactando una nueva Constitución...
Noboa evade la política porque rehúye la complejidad y porque en su práctica sólo la ha ejercido intercambiando favores. O comprándolos.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home